Augusto Bracho: Sensemayá, un canto para mantenerse alerta

Entrevista a Augusto Bracho sobre su adaptación musical del poema “Sensemayá” de Nicolás Guillén, que ve “como un canto para mantenerse alerta”.

Canción: Augusto Bracho – Sensemayá

País: Venezuela, Cuba

Género: Gaita de tambora

Temas: La poesía de Nicolás Guillén, Las interpretaciones de “Sensemayá”


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Preguntas para guiar la lectura

  • ¿Por qué aprecia Augusto Bracho la obra de Nicolás Guillén?
  • ¿Qué ritmos tomaron en cuenta a la hora de adaptar el poema?
  • ¿Qué frases enfatizan con los coros mayomberos?
  • Explica brevemente estas tres interpretaciones: espiritual, política y personal.
  • ¿Qué patrimonio dejó Nicolás Guillén?
  • ¿Cuál es el hilo conductor del EP Primer acercamiento al mito?

Entrevista a Augusto Bracho sobre ‘Sensemayá’

Mencionó antes: “Soy amante de la poesía de Guillén”. ¿Por qué le gusta su poesía?

    Creo que Nicolás Guillén es una de las figuras literarias del siglo XX más distinguidas y necesarias para el continente latinoamericano. Como compositor e intérprete de música popular he tenido la oportunidad de apreciar parte de su obra tanto por el virtuosismo del imaginario, así como por la riqueza musical y rítmica que engloba el contenido y la forma de los poemas que escribió. Por otro lado, me identifico mucho con la idiosincrasia tradicional caribeña que sustenta y se deriva de su poesía.

El poema “Sensemayá” se conoce por la musicalidad de sus palabras. Entonces, ¿cómo fue el proceso de convertirla en canción? ¿Qué instrumentos utilizan en este arreglo y por qué?

    El proceso fue interesante, sobre todo muy divertido. Durante la pre-producción de Primer acercamiento al mito, entre muchas inquietudes, tenía en mente hacer una adaptación musical de algún célebre poema latinoamericano. Como ese universo es inagotable, mi amigo músico José Ignacio Benítez –quien me apoyó y participó en la realización del EP– me regaló la antología Motivos de Son y otros poemas, que contiene buena parte de los poemarios escritos por Guillén (“Motivos de Son”, “Songoro Cosongo”, “West Indies, LTD.”, “El son entero”, etc.), instándome a decidirme de una vez por todas y proponiéndome tomar “Sensemayá” como el texto definitivo.

    Lo leímos varias veces juntos y a viva voz para sumergirnos dentro de su atmósfera misteriosa; surgió automáticamente el estribillo “¡Mayombe-bombe-mayombé!” en un canto coral primitivo. Tomando en cuenta que la cadencia del poema es insuperable, me parecía llamativa la idea de darle importancia al ritual en sí, acompañándolo únicamente del coro y de un grupo de percusión para sostener la ceremonia; había que matar a la culebra bailando sobre el corazón de una selva oscura y brava.

    Me llamaban la atención varios ritmos que podrían funcionar para la experiencia: en especial el Bullerengue Sentao, la Cumbia (ambos de Colombia), los Chimbangles y el Sangueo (ambos de Venezuela). Finalmente y en teoría, el género elegido fue la Gaita de Tambora (de la región noroccidental venezolana); aunque también podría decirse que es una apreciación personal de todos los golpes ya mencionados. De esta manera, nos dimos a la tarea de establecer un ensamble imaginario de tambores al que bautizamos “Colectivo de Tambó La Candela Matancera”, compuesto por seis tamboreros. El efecto se consiguió grabando y re-grabando –cada quien con su respectivo tambor– un número libre de compases y durante varios minutos.

    A partir de la sinergia registrada, me dispuse a interpretar el papel del narrador, concibiéndolo como un hechicero o chamán que al compás de los cueros entonaría la invocación a través de una especie de megáfono. Más adelante grabaríamos los coros “mayomberos”, asimismo los que enfatizan ciertas frases claves –el “¡dale ya!”, hasta todos los “Sensemayá”, etc–.

    Los únicos instrumentos melódicos que se utilizaron en el arreglo fueron una armónica y un banjo que hacían al unísono ese intervalo simple, el encargado de anunciar el acto presencial de la culebra y luego, a modo de llamada final, el momento de su muerte.

    Debo acotar que no se alteró ni una palabra del poema original. Espero que hayamos logrado hacerle honor y justicia a la musicalidad insigne de Guillén.

Augusto Bracho (Foto tomada por Vanessa Alcaíno Pizani)

Augusto Bracho (Foto tomada por Vanessa Alcaíno Pizani)

Hemos leído varias interpretaciones del simbolismo del poema. Entonces, para usted, ¿qué significa este poema? En particular, ¿qué interpretación le dan a la culebra?

    Por el lado más evidente y espiritual, “Sensemayá” tiene referencias directas del Palo Mayombe, una de las muchas ramas de las denominadas religiones sincréticas, creencias y doctrinas que se desarrollaron a partir de la llegada de los esclavos africanos a nuestro continente, en este caso a Cuba. De igual forma presenta el sacrificio de un animal, práctica habitual en algunos de esos rituales religiosos.

    El otro aspecto que envuelve a este poema está relacionado con el anterior pero se sirve de lo espiritual utilizándolo principalmente como alegoría para enviarnos un mensaje político. Para nadie es un secreto que Guillén promovió una conciencia de izquierdas en Latinoamérica, defendiendo especialmente la identidad cubana y herencia africana dentro del mestizaje que implica su propio origen. Si nos ubicamos en el contexto histórico que le tocó vivir al escritor (1902-1989), la interpretación más conocida de la culebra es la imagen de una bestia peligrosa: el imperialismo, que atenta contra la vida y el desarrollo de una raza, de una cultura entera: la Cuba de ese entonces, la Cuba negra y mestiza del poeta.

    En contraparte y con respecto a Guillén, ha sido igual de significativo para mí comprender que de las mayores contribuciones que le dejó a su gente fue justamente el patrimonio de un lenguaje íntegro, digno y coherente, no solo con su procedencia y entorno, sino con él mismo. Es probable que en América Latina muchas cosas hayan cambiado y otras sigan intactas desde que se escribió el poema. También es un hecho que algunos líderes o dirigentes han distorsionado ese lenguaje para encantar a nuestros pueblos y aferrarse al poder, pero esa es otra historia.

    Personalmente, y más allá de las posturas políticas, pienso en “Sensemayá” como un canto para mantenerse alerta. La serpiente maligna también puede verse reflejada en la apatía, en la ignorancia, en la intolerancia y la soberbia, incluso en el exceso de conformismo o de nacionalismo. La culebra se esconde en la yerba.

¿Cuál es la importancia de “Sensemayá” dentro del contexto del EP Primer acercamiento al mito? ¿Qué conecta estos temas?

    Las tradiciones latinoamericanas influyen de manera constante en mi propia búsqueda artística; son el hilo conductor del proyecto. Inevitablemente esa apuesta me hizo colocar a “Sensemayá”, un poema tan relevante, como gran final de este primer pequeño repertorio grabado; además, desde entonces la poesía de Guillén en general me da mucha fuerza e inspiración.

    Por otra parte, mientras pasa el tiempo me voy dando cuenta de que esas cinco piezas contenidas en el EP (incluyendo el collage sonoro titulado “Índice”) forman parte de un manifiesto de identidad bastante personal. El “mito” al que se refiere el título de este trabajo inicialmente encerraba el nacimiento de un personaje. Sin embargo, durante el proceso y hacia la culminación de la grabación, me fui percatando de que el verdadero mito consistiría en lograr registrar y publicar –utilizando provechosamente mis propias limitaciones técnicas como músico y ser humano– canciones que adoptaran varios elementos de nuestra cultura latina sin tanto prejuicio; solo reconociéndola, incluyéndola, metiéndonos con ella, es que podremos mantenerla viva.

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